El 17 de marzo de este año recibía una noticia muy especial: ¡había sido becada por la fundación Amancio Ortega para irme un año a estudiar a Estados Unidos!
Si os preguntáis como decidí presentarme a la beca, mi colegio nos mandó a todo el curso un enlace con el cartel y probé suerte. Tenía bastante claro que no me la iban a dar pero por probar... Rellené los papeles y el día de la primera preselección, una amiga que también la había echado me dijo que no la habían cogido, me metí en clase en la página y mi nombre estaba allí. Hice la primera prueba, la escrita y, no os agobieis futuros becarios, porque me resultó facilísima... De nuevo, dos de marzo, mi nombre volvía a estar en los papeles y ya me lo iba creyendo. El oral era lo que mejor se me daba así que la beca tenía que ser mía, y lo fue, una exposición de cinco minutos sobre el flamenco, lo que más me gusta en el mundo, hizo que mi nombre apareciera el 17 de marzo en las listas de seleccionados y que en solo una semana tuviera familia americana.
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